Historia cultural de Manuel Antonio
Enclavados en la costa central del Pacífico de Costa Rica, Quepos y Manuel Antonio presumen de una rica riqueza histórica y cultural. Originalmente habitada por el pueblo indígena quepoa, un subgrupo de los boruca, la región ha experimentado importantes transformaciones a lo largo de los siglos. Desde los primeros encuentros con los españoles en el siglo XVI hasta la creación del Parque Nacional Manuel Antonio en 1972, la zona ha evolucionado de un asentamiento estratégico a un centro para la conservación de la biodiversidad y el turismo sostenible. Hoy en día, Quepos sirve de puerta de entrada al reconocido Parque Nacional Manuel Antonio, ofreciendo a los visitantes una combinación única de belleza natural e importancia histórica.
Orígenes indígenas: el cacicazgo de Quepoa
Los quepoa, también llamados quepos, fueron un grupo étnico indígena del Área Intermedia de Costa Rica, emparentado con los pueblos boruca y muisca de Colombia. Se asentaron en la región entre el 950 y el 900 a. C., con un asentamiento principal en la colina frente a lo que hoy es la ciudad de Quepos.
Vivían de la pesca (incluida la de perlas), la caza y la agricultura. A lo largo de la costa de Manuel Antonio, construían trampas circulares de piedra para capturar tortugas marinas, una actividad documentada tanto arqueológicamente como por estudios de arquitectos como Donald Melton y Anita Myketuk.
Su sociedad estaba organizada, con chamanes, una estructura social territorial gobernada por cacicazgos y habilidades en orfebrería, cerámica y esferas de piedra, lo que representaba una cultura avanzada.
Primera interacción con los españoles
En 1519, el explorador Hernán Ponce de León avistó la bahía de Quepos, pero fue repelido violentamente por los quepoa, quienes defendieron ferozmente su territorio.
En 1523, Gil González Dávila llegó por tierra e impuso tributos a los habitantes, describiendo la región como rica en oro.
La conquista final tuvo lugar en 1563 cuando Juan Vázquez de Coronado, siguiendo órdenes reales, lideró una expedición terrestre con 70 soldados. Tras contactos diplomáticos con el cacique Corrohore, se forjó una alianza que incluyó asistencia para rescatar a su hermana Dulcehé de las tribus enemigas.
En su crónica, Coronado elogió a los quepoa como “limpios e inteligentes” y afirmó que su gente era “la más razonable que jamás había visto”.
La alianza con los españoles inició una transformación: se estableció la encomienda de San Bernardino de Quepo, y posteriormente se creó el corregimiento en 1569. Sin embargo, la población indígena pronto disminuyó dramáticamente debido a las enfermedades, la explotación y los conflictos.
La era colonial y la decadencia indígena
Después de la dominación española, los quepoa fueron reubicados en el poblado de San Bernardino de Quepo bajo el sistema de encomienda, alcanzando aproximadamente 1.000 habitantes en 1569.
A principios del siglo XVII, la población indígena disminuyó drásticamente: sólo unos 250 en 1600 y apenas 18 en 1659, lo que llevó a la supresión del corregimiento y a la inclusión de la región bajo la jurisdicción del gobernador de Costa Rica.
Los sobrevivientes fueron finalmente reubicados; muchos se trasladaron a Boruca en 1746, lo que marcó el fin de los Quepoa como pueblo distinto.
Siglo XX: Auge bananero y cambio agroindustrial
En la década de 1920, la familia Lutz y más tarde la United Fruit Company promovieron el cultivo del banano en la región, construyendo muelles, ferrocarriles, zonas de viviendas, un hospital y escuelas para sus trabajadores.
Exportaron grandes volúmenes de banano a Estados Unidos y Europa, estableciendo a Quepos como el principal puerto del Pacífico Central.
A mediados de la década de 1950, plagas, enfermedades (como el mal de Panamá), inundaciones y conflictos laborales provocaron el declive del cultivo del banano. Se dio paso al cultivo de palma africana, cacao y teca, lo que transformó profundamente el panorama económico y social.
Lucha comunitaria y creación del Parque Nacional Manuel Antonio
En las décadas de 1960 y 1970, con la presión de los inversores extranjeros, muchas zonas costeras fueron privatizadas y cerradas, impidiendo el acceso tradicional a los residentes locales.
En 1972, las comunidades locales, junto con el gobierno, lanzaron un movimiento de recuperación que culminó con la declaración del Parque Nacional Manuel Antonio bajo la Ley 5100. Inicialmente llamado “Parque Nacional Recreativo Manuel Antonio”, protegía aproximadamente 1.983 hectáreas de tierra y 55.000 hectáreas de área marina.
Esto representó una victoria histórica del activismo local para asegurar el acceso público, conservar el medio ambiente natural y preservar la biodiversidad.
Diversificación cultural y auge del turismo
A pesar de su origen agrícola, desde la década de 1960 la región comenzó a recibir atención internacional: primero de los pescadores, luego de los hippies y finalmente de los turistas que llegaban en aviones DC-3.
En las décadas de 1980 y 1990, los hoteles boutique, las cabañas y los restaurantes florecieron, y la comunidad de expatriados, incluida la población LGBTQ+, contribuyó significativamente a la diversidad cultural.
En la última década, la marina Pez Vela, las ferias de pesca deportiva, el senderismo, el kayak y el canopy tours consolidaron a Quepos y Manuel Antonio como un destino líder para el ecoturismo y la aventura.
Conservación, educación y sostenibilidad actual
El parque y las comunidades locales promueven campañas de protección de especies emblemáticas (perezosos, monos, tortugas, aves), reforestación y educación ambiental.
Han surgido programas de turismo comunitario, granjas educativas y ofertas educativas que generan empleo local y conciencia ambiental.
A pesar de los desafíos ambientales del desarrollo, la zona busca un equilibrio sostenible promoviendo la infraestructura responsable, el turismo regulado y la gestión de residuos.
Estado actual del área de Manuel Antonio
La región de Manuel Antonio-Quepos se ha convertido en uno de los destinos turísticos más dinámicos del país. Más de 280.000 visitantes visitaron el Parque Nacional Manuel Antonio en 2023, lo que lo convierte en el parque nacional más visitado de Costa Rica.
El turismo sustenta la economía local, generando empleo en los sectores de guía, hostelería, transporte, artesanía y alimentación, convirtiéndose en la principal fuente de sustento para muchos en la región.
El parque ha obtenido el Certificado Élite de Turismo Sostenible (CST), la certificación ecológica más alta de Costa Rica, que reconoce la excelencia en la gestión de recursos, el impacto cultural, la participación comunitaria y las operaciones comerciales.
Como resultado, la región es priorizada en los esfuerzos de marketing nacionales, se beneficia de la exención de tarifas de ferias comerciales y gana exposición en plataformas internacionales de turismo sostenible.
Sin embargo, la creciente popularidad del parque ha generado preocupación ambiental. Investigaciones de la UNA y el SINAC condujeron a medidas más estrictas: límites de visitantes (alrededor de 3000 al día), cierres semanales, prohibición de alimentos y restricciones de entrada (600 entre semana, 800 fines de semana).
Estos esfuerzos apuntan a mitigar las perturbaciones de la vida silvestre, la erosión de los senderos y la degradación del hábitat, aunque los grupos empresariales locales advierten que la inversión en infraestructura y la gestión de recursos todavía están por detrás de la demanda.
La comunidad de Quepos en general también desempeña un papel vital en el desarrollo del turismo sostenible. Empresas como Iguana Tours colaboran con barrios locales como El Cocal para ofrecer experiencias comunitarias, como clases de cocina y recorridos artesanales, que apoyan la preservación cultural y benefician a los residentes desfavorecidos.
Estas iniciativas también fomentan una mayor participación de los visitantes con el patrimonio costarricense y promueven prácticas de viaje responsables.
La evolución cultural de Quepos y Manuel Antonio es un viaje fascinante: desde los Quepoa y su conexión ancestral con la naturaleza y el mar, pasando por la conquista y la opresión colonial, el auge bananero y la resiliencia local que llevó a la creación de un parque nacional, hasta el desarrollo turístico sostenible y culturalmente diverso que define la región hoy.
Esta narración no sólo ofrece una visión histórica sino que también ayuda a comprender la dinámica cultural, ecológica y social que hacen de Manuel Antonio un destino de gran valor educativo y emocional.